jueves, marzo 30, 2006

 
Ha estado bonito este marzo, los latinos por obligación entendemos que es la unión el camino.

Oración

Dios, tu sabes que soy un poeta
que desde la tinta hace espejos para otros
y que te nombro cada cuatro palabras,
traigo un mensaje de otros para ti.
Llevate a Bush como tu quieras
pero llevatelo, salvalo de nuestro odio que tu dices es malo.
Suelta un rayo cuando baje con su perro del helicoptero
pero salva al perro.
Ponlo al lado del Vice cuando esté de caza,
acabale de enredar la lengua y que se ahogue,
no sé, o no sabemos, querido Dios
pero ahora que el mundo se duele por él
y ha usado tu nombre para hacer la guerra,
es hora de dejarlo en la historia en pasado
como por acto natural
pues la Corte Internacional se demora mucho
en hacer la justicia de la tierra.

Dios, Dios que eres de tantos, escuchanos
que nosotros te amamos.

martes, marzo 28, 2006

 

Tango
Un perro en la historia de New York

Fue mi compañero por nueve años, mi siquiatra, el beso después de la agresiva calle, la alegría cuando soledad era sombra y además, quien más sabe de mí.

Tango llegó a mi vida cuando estábamos en lo más álgido de la lucha Squater u Okupas en el Lower East Side de New York, tiempos en que nos tomamos los edificios abandonados, nos enfrentábamos a la policía y tratábamos de reconstruir un barrio abandonado lleno de drogadictos y dantescas escenas. Yo había acabado de regresar de Colombia, de refrescar mi calentura en esta revolución social que estábamos haciendo en el vecindario, de hecho el perro venía de otro edificio Okupa pero su ama, una chica punk plena de rebeldía lo había bautizado con el nombre de Pig (cerdo) que a la vez era excusa para ella insultar a los policías del Tompkins Square Park. Ella se iba de viaje a California y no podía llevarlo.
Un tiempo atrás yo había estado hablando en medio de la bohemia con Enrique, músico uruguayo y quien tenía ya dos perros, y decíamos que un perro era perfecta compañía para la soledad, en fin, conversación sin trascendencia, hasta tiempo después en que llegó a mi puerta él con un perro blanco y enmascarado, me contó la historia del abandono del can y bajo la excusa de mi soledad y la del perro, éramos perfectos el uno para el otro.
En realidad esos días eran de los más aciagos nunca tenidos y hacerme cargo de un perro…uhm… Sin darme tiempo a pensar y con frases de pesar porque tal vez lo pondrían a dormir, me entregó los certificados de vacuna, unas pastillas y al agacharme a mirar el perro a sus ojos para ver si brillaban nobles, me cruzó la cara de un lengüetazo y me saltó en abrazo. Ahora era un poeta con perro.
Nos despedimos de Enrique y sin correa entró corriendo al edificio, oliendo cada borde se encaminó a las escalas y como si supiera, me estaba esperando en mi apartamento del tercer piso. Al abrir la puerta, olió cada esquina de la casa más detenidamente, cuando hubo acabado, vino donde yo estaba sentado, entendí que tenía sed, le atendí para luego empezar nuestra primera conversación. De antemano le dejé saber que se le hablaría en español. Segundo, no habría más animales en casa que él y yo y Tercero, se le cambiaría el nombre por asunto de dignidad, pero ¿cómo llamarlo?
Pensé ponerlo Dios para que los amigos lo invocaran aunque fuera de esa forma, pero, ¿y si Dios se enoja? También pensé llamarle Amor, pero…no. Para esa fecha, 25 de septiembre del 94, siendo ya otoño, un tango sonaba en casa y precisamente dice su letra “Tango, vos que fuiste el amigo, confidente de ocasión” y le dije: ahí está, ese es tu nombre, Tango te llamarás.

Y se hizo mi sombra blanca enmascarada de ternura, amador y amoroso. Empezó a reconocer a los amigos por nombre y a todos nos iba sorprendiendo su capacidad de aprendizaje, hasta el punto de tener que poner una silla para él al conversar, pues si no, esperaba a que alguien se parara y le quitaba el puesto. Notamos como le gustaban las mujeres, mas no todas. A quien llegaba lo marcaba con un potente chorro de meaos, como muestra máxima de emoción y alegría. Al ver los halagos que tanta gente hacía de Tango, le empecé un libro donde cada quien iba escribiendo su sentir afectivo por él y en tres o cuatro años ya tenía dos cuadernos donde poetas, músicos, pintores y la gente que pasaba por casa dejaba testimonio amoroso. Así se fue haciendo famoso entre los amigos y después en la prensa. Los amigos le empezaron a enviar postales hasta ajustar más de 400 de todas partes del mundo. El Daily News hizo un texto donde hablaban de él, lo mismo que el diario/La Prensa, luego el programa Primer Impacto de Univisión hizo el segmento ‘Tango: un perro con poeta propio’, actuó en la película ‘Solo’ del director Wilson Burbano, en diferentes documentales, está en la foto de la portada de mi libro de poemas ‘Decir New York, Testigo Propio’, posó para diferentes fotógrafos y con diferentes modelos, fue pintado por varios artistas y goza de una fama en el barrio envidiada por las modelos de este East Village. Dos o tres mujeres le han partido el corazón después de jugar con él y nunca las olvidó.

Estuvimos juntos por nueve años hasta que empezaron a demoler el edificio atrás del nuestro y esos ruidos de maquinaria le empezaron a llevar a la locura que le provocaba destruir la casa una vez yo cruzara la puerta saliendo, así fuera a la puerta de mi vecino. Sus accesos de temblores imparables, la liberación de su adrenalina de fuerte olor y sus ojos desorbitados llenos de angustia me estaban poniendo en idéntica situación poco sana y este ya era el fin de alguna forma o la locura de ambos.

Busqué una organización que me garantizara que alguien lo adoptara y no que lo pusieran a dormir, y llegada la tarde del adiós, fui con mi amigo Gajaka a dejarlo en dicho lugar. La administradora, una mujer puertorriqueña, lo reconoció y empezó a increparme de que “cómo usted va a regalar este perro tan especial, si hasta en la televisión lo he visto” a lo que respondí que me permitiera tomar las decisiones mías y que si a ella le parecía bien, que lo adoptara pues es un buen perro. “Tal vez a mami le guste” dijo la mujer.
Mi amigo Gajaka jura que el perro lloró en la despedida, pues no fui capaz de mirarlo en el adiós. Y así quedé, con el alma partida, sin compañero y con la casa destruida.

Ahora, dos años después, estamos preparando un reality que se llama “Dónde está Tango: Un poeta busca por su perro’ y tal vez empapelemos New York con fotos de él hasta encontrarlo, pues una pena tengo en el alma.

¿Y que raza era Tango? Un cruce de Pitbull y Pantera Rosa. Pitbull por sus manchas café y negro de su rostro y pantera rosa, por su barriga rosada y su corazón.

Attte

La mascota de Tango

Ricardo León Peña-Villa

This page is powered by Blogger. Isn't yours?